lunes, enero 15, 2007
viernes, setiembre 15, 2006
punto de quiebre
es hoy un punto de quiebre. no se hagan preguntas, sólo lo es, ecuación cúbica, el ascenso será más rápido. sin preguntas por favor, que de eso no se explicará, ni siquiera estoy seguro de lo que es.
lunes, agosto 14, 2006
sábado de gloria y domingo de resurreción
creo (que me corrijan si me equivoco) que el título lo explica todo. sí, para siempre, es sólo poco tiempo, menos del que se imagina la mayoría, sin embargo, y hay q recalcar esto, un siempre que no saldrá como se planea, pues nada lo hace, JA, eso es lo que debería fluir, supongo que... no mejor no, bueno en verdad ni hoy ni nunca es un buen día para escribir nada. sólo decir, para la persona que probablemente esté leyendo esto, que el domingo fue bueno, el sábado también, que se repita, pero con más de morfeo. gracias no por la semana santa, sino por el evangelio completo.
lunes, agosto 07, 2006
sábado, agosto 05, 2006
(sin título)
pocas son las cosas que debo decir sakine merio, si recuerdas que significa, pero muy concretas. no quiero la imagen, la imagen es terrible a pesar de que engañe a la vista. la pared crees que está levantada, sí, pero tiene una puerta que no tiene seguro, basta mover la perilla y entrar. no, no voy a temer, temo a otras cosas, aquellas que no tienen solución ni siquiera para dios. no juguete no y no explayaré. y por último no, no acepto lo que me ofreces, quiero más y necesito más, y lo seguiré haciendo. no importa cuántos memorándums escribas, ni cuántas veces te alejes seguiré tocando la maldita puerta del maldito muro. y así la cierres con llave tendrás que abrirme hoy o mañana.
domingo, julio 23, 2006
shhhh
callemos por un momento, no nos hará mal, sólo le hará daño a las palabras, es por eso que debemos callar, para que no digan lo que quieren.
viernes, julio 21, 2006
teléfono
tal vez te acuerdes, hace poco, de la explicación que di del porqué vences en el teléfono, gracias a dios leo este libro por estas épocas:
"Tertuliano Maximo Afonso se pasó el dorso de la mano por la frente mojada de sudor después de colgar el auricular. Había logrado su objetivo, luego no le faltaban razones para estar satisfecho, pero la dirección de ese largo y dificultoso diálogo le perteneció siempre a ella incluso cuando parecía que no estaba sucediendo así, sujetándolo a un continuo rebajarse que no se objetivaba explícitamente en las palabras por uno y por otro pronunciadas, pero que una a una iban dejando un gusto más amargo en la boca, como es común decir del sabor de la derrota. Sabía que había ganado, pero también sabía que la victoria contenía una parte de ilusión, como si cada uno de sus avances no hubiese sido más que la consecuencia mecánica de un retoceso táctico del enemigo, puentes de plata hábilmente dispuestos para atraerlo, banderas desplegadas y sonidos de trompetas y tambores, hasta un punto en que tal vez se descubriría cercado sin remedio. Para alcanzar sus objetivos, había rodeado a María Paz de una red de discursos capciosos, calculados, pero al fin y al cabo, eran los nudos con los que suponía haberla atado a ella los que limitaban la libertad de sus propios movimientos"
El Hombre Duplicado (173 - 174)
José Saramago
"Tertuliano Maximo Afonso se pasó el dorso de la mano por la frente mojada de sudor después de colgar el auricular. Había logrado su objetivo, luego no le faltaban razones para estar satisfecho, pero la dirección de ese largo y dificultoso diálogo le perteneció siempre a ella incluso cuando parecía que no estaba sucediendo así, sujetándolo a un continuo rebajarse que no se objetivaba explícitamente en las palabras por uno y por otro pronunciadas, pero que una a una iban dejando un gusto más amargo en la boca, como es común decir del sabor de la derrota. Sabía que había ganado, pero también sabía que la victoria contenía una parte de ilusión, como si cada uno de sus avances no hubiese sido más que la consecuencia mecánica de un retoceso táctico del enemigo, puentes de plata hábilmente dispuestos para atraerlo, banderas desplegadas y sonidos de trompetas y tambores, hasta un punto en que tal vez se descubriría cercado sin remedio. Para alcanzar sus objetivos, había rodeado a María Paz de una red de discursos capciosos, calculados, pero al fin y al cabo, eran los nudos con los que suponía haberla atado a ella los que limitaban la libertad de sus propios movimientos"
El Hombre Duplicado (173 - 174)
José Saramago