teléfono
tal vez te acuerdes, hace poco, de la explicación que di del porqué vences en el teléfono, gracias a dios leo este libro por estas épocas:
"Tertuliano Maximo Afonso se pasó el dorso de la mano por la frente mojada de sudor después de colgar el auricular. Había logrado su objetivo, luego no le faltaban razones para estar satisfecho, pero la dirección de ese largo y dificultoso diálogo le perteneció siempre a ella incluso cuando parecía que no estaba sucediendo así, sujetándolo a un continuo rebajarse que no se objetivaba explícitamente en las palabras por uno y por otro pronunciadas, pero que una a una iban dejando un gusto más amargo en la boca, como es común decir del sabor de la derrota. Sabía que había ganado, pero también sabía que la victoria contenía una parte de ilusión, como si cada uno de sus avances no hubiese sido más que la consecuencia mecánica de un retoceso táctico del enemigo, puentes de plata hábilmente dispuestos para atraerlo, banderas desplegadas y sonidos de trompetas y tambores, hasta un punto en que tal vez se descubriría cercado sin remedio. Para alcanzar sus objetivos, había rodeado a María Paz de una red de discursos capciosos, calculados, pero al fin y al cabo, eran los nudos con los que suponía haberla atado a ella los que limitaban la libertad de sus propios movimientos"
El Hombre Duplicado (173 - 174)
José Saramago
"Tertuliano Maximo Afonso se pasó el dorso de la mano por la frente mojada de sudor después de colgar el auricular. Había logrado su objetivo, luego no le faltaban razones para estar satisfecho, pero la dirección de ese largo y dificultoso diálogo le perteneció siempre a ella incluso cuando parecía que no estaba sucediendo así, sujetándolo a un continuo rebajarse que no se objetivaba explícitamente en las palabras por uno y por otro pronunciadas, pero que una a una iban dejando un gusto más amargo en la boca, como es común decir del sabor de la derrota. Sabía que había ganado, pero también sabía que la victoria contenía una parte de ilusión, como si cada uno de sus avances no hubiese sido más que la consecuencia mecánica de un retoceso táctico del enemigo, puentes de plata hábilmente dispuestos para atraerlo, banderas desplegadas y sonidos de trompetas y tambores, hasta un punto en que tal vez se descubriría cercado sin remedio. Para alcanzar sus objetivos, había rodeado a María Paz de una red de discursos capciosos, calculados, pero al fin y al cabo, eran los nudos con los que suponía haberla atado a ella los que limitaban la libertad de sus propios movimientos"
El Hombre Duplicado (173 - 174)
José Saramago
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